Aparejadores en tiempos de Felipe II
De acuerdo con la práctica aceptada en España, los aparejadores eran los asistentes de los maestros y podían actuar como tracistas hasta que fueran promocionados o hasta que llegara un nuevo maestro mayor por encima de ellos. Muchas empresas constructivas en España se mantuvieron durante años sólo con un aparejador como tracista permanente y supervisor de la construcción. Dado que Felipe II deseaba separar trazado de construcción, era necesario asegurar que los aparejadores no se hicieran cargo como tracistas de El Escorial u otros proyectos.
(…)
La orden de 1569 afectaba a los aparejadores en seis principales y específicos asuntos: 1. No cambiarán nada de los trazados aprobados. En una orden inteligentemente redactada, Felipe II indica que no pretendan ignorarlo. A partir de ahora, no podrán continuar o construir nada que no parezca que deban realizar, incluso aunque digan haber hablado con el rey. 2. Todo se hará mediante contrato. En principio no había ya días laborables, los especialistas simplemente se alquilarían por día para trabajar hasta que la obra hubiera finalizado. Ello estaba dirigido a reducir costes, evitar rodeos y aligerar la construcción. Significaba también que una vez que los tracistas se hubieran preparado para cumplir las órdenes y se hubiera fijado el precio, los cambios no podrían producirse con facilidad. En 1564, los aparejadores, ante la insistencia del prior, habían alterado el perfil de una moldura en la base de El Escorial sin el conocimiento de Juan Bautista. Las nuevas regulaciones impedían ese tipo de insubordinación. 3. Los aparejadores debían tener los proyectos a tiempo para los contratistas. Esos proyectos habrían sido preparados siguiendo los trazados de los maestros, previamente aprobados por el rey. 4. No se entrometerían ni interferirían ante los contratistas una vez que la construcción estuviera en marcha. 5. No se contratarían para otro o abandonarían sin la orden de la Congregación, el cuerpo gubernativo del monasterio. 6. No figurarían sus propios aprendices en la nómina del edificio. Esto constituyó una renuncia dolorosa del tradicional privilegio que se había garantizado explícitamente en las regulaciones de 1563; más tarde se modificó, permitiéndose un aprendiz a cada uno.
Las instrucciones de 1572, un enorme documento que toca todos los aspectos de la práctica y organización constructiva, reducían aún más el poder de los aparejadores. Las órdenes de 1569 fueron confirmadas y el prior fue nombrado superior y cabeza de las obras de El Escorial con autoridad para "tocarlo todo". Sin embargo, el prior no era un tracista y no pretendía serlo. Estaba para emitir órdenes de acuerdo con los planes generales y detallados que se hubieran hecho, y que ordenaría se realizaran de nuevo. El prior tenía derecho a expulsar a los aparejadores (un hecho no publicado pero pronto conocido y aborrecido).
La idea que se extraía de las instrucciones estaba clara: Felipe 11 abolía el oficio de maestro mayor (aunque nunca lo dijo abiertamente). Actuando así, cortaba la cabeza de la industria constructora española y separaba trazado de construcción. A partir de entonces, los aparejadores no estaban en el último peldaño de la escalera para convertirse en maestros de las obras reales, al menos en El Escorial; incluso si tenían el rango de maestros, como sucedía fuera de Madrid, la responsabilidad del título había cambiado. Los maestros y los aparejadores no serían nunca tracistas reales; serían supervisores de la construcción. En El Escorial, los aparejadores eran responsables de la supervisión y de la preparación de los planos y las copias de éstos para los contratistas. Deberían permanecer un número determinado de horas en un lugar, como cualquier trabajador corriente.
Wilkinson-Zerner, Catherine, "Juan de Herrera, Arquitecto de Felipe II". Akal, 1996, p. 16
Felices Fiestas y Feliz 2023
Felices Fiestas y Feliz 2023 a todos.
Con nuestros mejores deseos,
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159 VPO en alquiler en Carabanchel C29 @OPENHOUSEMADRID
Hoy en Open House Madrid se puede visitar, sin inscripción previa, una de las obras que hemos finalizado recientemente: Areté_358 159 VPO en alquiler en Carabanchel C29
En www.arete-at.com, en el álbum de Facebook, nuestras historias destacadas de Instagram o en nuestro destacado de LinkedIn, destinados a ella puedes ver un amplio reportaje fotográfico de su construcción.
EMVS Madrid
Arquitecto: Javier García-Germán.
VDR Constructora
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Palacio de Fernán Núñez @openhousemadrid
Durante los días de hoy y mañana se puede visitar, previa inscripción y dentro de las actividades organizadas por @openhousemadrid el Palacio de Fernán Núñez, vivienda de mediados del siglo XVIII en los antiguos huertos del Convento de Santa Isabel, residencia del XIII Duque de Alburquerque, en la que desde www.arete-at.com realizamos en 2018 trabajos urgentes de estabilización y consolidación así como su seguimiento posterior.
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FINALIZARON LAS OBRAS DE 185 VIVIENDAS, EDIFICIO DE OFICINAS, GARAJE, LOCALES Y TRASTEROS EN VALDEBEBAS
Finalizadas las obras de 185 viviendas y edificio de oficinas en Valdebebas para Valenor, ejecutadas por Arpada con proyecto del estudio Burgos & Garrido.
Junto con la promoción previa (fase 1) de 62 viviendas, la promoción queda completada: 247 viviendas, edificio de oficinas, garajes, trasteros y urbanización.
Dejamos aquí el enlace de su comercialización:
Finalizó la exposición OBRA Y MATERIA de Óscar Campo
Gracias a todos los que asististeis a la inauguración de la exposición y gracias también a los que la habéis visitado este mes de abril.
Para nosotros ha sido un placer inmenso haber podido compartir estas obras y, sobre todo, haber podido compartir un rato con vosotros, viendo las obras (de construcción) desde otra mirada.
Nos vemos en la próxima.
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Si alguien está interesado en adquirir alguna obra fotográfica de la exposición, lo podréis hacer a través de este enlace:
http://www.arete-at.com/sobre-arete/exposicion-coaatm.html
Neocolonialismo camuflado. ANNA HERINGER. LA BELLEZA ESENCIAL
Neocolonialismo camuflado
ANNA HERINGER. LA BELLEZA ESENCIAL
FUNDACIÓN ICO. DEL 9 DE FEBRERO AL 8 DE MAYO DE 2022
Un artículo de El País firmado por Antonio Muñoz Molina reseñaba esta exposición con la vehemencia propia del iniciado y propia también de una bonhomía optimista que ha intuido en la arquitectura de Heringer la senda virtuosa por la que el mundo debería caminar. Yo también lo pensé y me dije que merecía la pena ir a visitarla. La expectativa era prometedora: el empleo de materiales tradicionales y propios del territorio, la participación voluntariosa de la población autóctona en la construcción de sus edificios, una arquitectura ecológica en su más pura concepción. Y, sin embargo, mi ánimo se fue enturbiando a medida que recorrí la exposición. En primer término, el texto de Fernández-Galiano con sus metáforas sobre el erizo y la belleza punzante de Heringer, me pusieron en guardia. Símiles eruditos para ubicar en el ideario occidental esta arquitectura remota y rural. Muriel Barbery, Isaiah Berlin y Schopenhauer como hitos referenciales para describir la "belleza punzante" de Heringer. Vale decir, autoafirmación en la tradición literaria y filosófica europea para hablar de procesos constructivos en Asia y África. Sorprendente.
Inmediatamente, las sargas, los saris de las mujeres de Bangladesh, son ahora, no las prendas tradicionales, sino los lienzos donde la artista deja su impronta a lo Paul Klee. Obviamente, el argumentario no va a ser éste, sino el esforzado trabajo de las mujeres y la alternativa al trabajo mal remunerado de las fábricas textiles. El argumento es siempre que podemos cambiar el mundo. Pero este cambio, y he aquí la clave, lo promueve la mente occidental, con su saber omnímodo. Su arquitectura también es esta certeza inconsciente: yo os enseñaré. El cambio no se va a producir desde la sabiduría tradicional, que aquí se presenta como saber moribundo, sino desde la inteligencia preclara que 'sabe lo que hay que hacer'. Lo vemos con meridiana claridad en las estructuras de bambú en los edificios públicos del sudeste asiático, estructuras que tienen más de partenón o de 'estilo internacional' que de aprovechamiento discreto y racional de los recursos. En todos los edificios la arquitecta muestra, a veces con mayor nitidez y otras con menos, su impronta, es decir, su herencia estética occidental, el hilo conductor que nos llevará a Le Corbusier, y más atrás a Adolf Loos, y mucho más atrás, a Calícrates y a Fidias, en definitiva, como la propia Heringer afirma, a la fuente de nuestras democracias, según ella "creada gracias a unos locos que quisieron cambiar el mundo" (sic).
Mi ánimo se vino definitivamente abajo cuando pude contemplar la serie de los Campamentos para refugiados de Rohingyá, planos aéreos en los que se muestran los campamentos transformados por la gracia de la artista en cuadros abstractos, fuertemente estetizados, más cerca de la galería de arte que de la comprensión del problema humano que dice representar. He aquí de nuevo cómo el occidental transforma la realidad en estética, cómo cualquier materia o hecho puede convertirse en evento artístico. Y esto es obsceno, en mi opinión. Como en cierta manera también lo es el gesto de la arquitecta que vemos en un vídeo en el que llama de pronto a las mujeres que están en su trabajo de construcción para que bailen frente a la cámara. Y todas ellas, poco a poco, comienzan a bailar como sí lo saben hacer en África, poniendo su espíritu todo en el baile. Y a Heringer la vemos convertida en Livingstone, sosteniendo pobremente el ritmo de la danza, rodeada de la energía libre y chamánica de las mujeres, algunas cargadas con sus bebés atados al propio vestido.
Admito que mucho de lo expuesto tiene enorme talento, reconozco y puedo hasta identificarme con la voluntad de cambiar el rumbo del mundo, transitando hacia una arquitectura más sostenible, con la convicción de modificar nuestros sistemas productivos y con el empleo de materiales tradicionales en la construcción. Pero el cambio se ha de producir en la mente occidental, es ahí donde radica el núcleo de la locura colectiva que nos lleva a triturar los recursos naturales y a devorar el planeta por pura ambición. Lo demás es neocolonialismo. Trasponer la poca conciencia de la sostenibilidad que queda en Occidente hacia el Tercer Mundo es sólo un gesto artístico, una pose más del egocentrismo que nos lleva a creernos mejores. Porque sobre aprovechar los recursos y aplicar el sentido común, cualquier medio rural no contaminado, siempre nos sacará ventaja.